Es probable que hayas creído siempre que la impotencia sexual, es un trastorno exclusivo de los hombres, pues no, las mujeres no son la excepción a la regla. Existe lo que se llama disfunción sexual femenina que afecta, según estudios, al 60 % de las mujeres frente a un 40% de hombres que padecen esta anomalía.
Muchos y variados son los factores que afectan y dan pie al desarrollo de esta problemática, lo concreto es que esto puede sucederle a cualquier mujer. Toma nota de estos importantes datos y de cómo tratar la disfunción.
La Asociación para la investigación de las Disfunciones Sexuales en Atención Primaria arroja datos sorprendentes. Asegura, según sus estudios realizados que, el 20 por ciento de las mujeres tienen sexo sin llegar al orgasmo, el 50 por ciento presenta dificultades para alcanzarlo y un 30 por ciento no tiene ningún interés en intimar.
Cuando la anomalía es de origen psicológico, muchas veces puede ser ocasionada por una baja autoestima, haber atravesado una infidelidad, depresión, estrés, conflictos en el hogar o en el seno de la pareja, culpas, etc. La lista incluso puede ser más larga, pero estos son datos relevantes que debes analizar si te encuentras en una situación así.
Esta disfunción se hace presente cuando los comportamientos sexuales de la mujer sufren cambios muy notorios: puede que comience a querer evitar intimar con la pareja, pierde el entusiasmo y por ende todo tipo de fantasías. Todo esto hace que ella ya no disfrute del sexo e incluso, le produzca dolor.
De las causas y las derivaciones
Es poco probable hablar, en el caso de las mujeres, de causas muy generales, pues son de orden físico o psicológico.
Cuando el origen es netamente físico, significa que debió existir alguna enfermedad como la diabetes, los problemas hormonales, la depresión, el Parkinson, esclerosis múltiples, intervenciones quirúrgicas, la obesidad o cardiopatías. Todas enfermedades cuyo origen físico acaban por disminuir el deseo sexual en las mujeres.
Cuando se realizan cambios en los métodos anticonceptivos también, en algunos casos, se produce esta disfunción.
Factores que tienen ya que ver con el aspecto psicológico y algo físico como los cambios de humor, los picos de estrés, el consumo de bebidas alcohólicas con esa pésima combinación con sustancias estupefacientes, así como los traumas de origen sexual y en particular, cuando existen problemas en la relación de pareja, intervienen indefectiblemente generando esta disfunción.
La posibilidad de excitación se puede dificultar ante alguna enfermedad que provoque irregularidades en el flujo de sangre que corre por las terminaciones nerviosas de toda la zona vaginal como las enfermedades de orden cardíaco, diabetes o arterosclerosis.
Hay que tomar en cuenta que toda experiencia previa traumática respecto al sexo, como los casos de abuso o de malas experiencias, son sumamente negativas, por lo que es, en este caso, recomendable un tratamiento con especialistas para superar ese tipo de crisis.
¿Cuáles son los síntomas?
Lo más común es la falta de deseo sexual, el no tener ni un poco de interés en intimar con la pareja a tal punto de ni siquiera pensar en ello. Cuando esto comienza a suceder, no precisamente tiene que ver con lo afectivo, con los sentimientos hacia la pareja, sino más bien, con esta disfunción que se hace evidente.
¿Cómo prevenirla?
Si bien es cierto que si el origen es físico, no es fácil prevenir la disfunción, sí es necesario tomar en cuenta algunas recomendaciones. Bajar de peso, dejar de fumar, descansar y poder dormir las horas que el cuerpo necesita, evitar las altas tensiones y los cuadros de estrés, para lo cual se recomienda también la realización de ejercicios físicos y de relajación. Todo lo que contribuya al bienestar general tanto individual como de la pareja, ayudará a evitar la aparición de esta disfunción.
Los tipos de disfunción
Disfunciones del deseo sexual hipoactivo Cuando esta se produce durante la menopausia o el embarazo, estamos hablando de una disfunción hipoactiva. Puede que durante el periodo de gestación o el post parto, la mujer se sienta con pérdida de deseo que suele tener origen en circunstancias psicológicas, emocionales por el momento que se vive. El problema puede agravarse si se torna crónico y persiste en el tiempo.
El trastorno de excitación sexual Mientras dura el proceso de excitación en la mujer se van produciendo cambios físicos como el agrandamiento del clítoris mientras la vagina se va lubricando e hinchando, sin embargo, si cortamos este proceso puede generar a posteriori, dificultades para alcanzar la excitación.
Dolor al momento del coito Esta anomalía es conocida como dispareunia, tiene que ver con los dolores que pueden generarse al momento de la penetración y por ende impiden la excitación. Se puede generar por infecciones urinarias o de transmisión sexual, inflamaciones o cirugías ginecológicas.
Vaginismo Se presenta anticipadamente al dolor del coito, cuando la penetración se torna complicada o dolorosa y en muchas situaciones no solo la dificulta sino que también la impide.
El diagnóstico y tratamiento
Se comienza por averiguar si las causas pueden ser de origen físico mediante chequeos y estudios generales que puedan detectar la presencia de alguna de las enfermedades citadas.
Si este no es el caso, se recurre a la posibilidad de que sea de origen psíquico. En este caso, se recurre a un especialista, sexólogo o psicólogo que pueda, según el caso y la gravedad de los posibles orígenes emocionales y factores intervinientes y proporcionar un tratamiento indicado para el caso.
Si crees que te encuentras atravesando por esta situación, no dejes de recurrir al médico y a un especialista. Muchas mujeres se resigan a convivir con esta disfunción, ya sea por desconocimiento o por vergüenza a hablar del tema y no recurren a un profesional que puede ayudarles a salir del problema. Que ese no sea tu caso.