Si eres su segundo plato, no lo conviertas en tu primero

A ninguna le gusta ser el segundo plato. A nadie le gusta ser la segunda, la de “la de reserva”, sin embargo, sucede más a menudo de lo que te imaginas. Todas merecemos ser las primeras y no una simple opción más o menos cómo un salvavidas.

De hecho, una de las cosas que deberíamos hacer desde el primer momento es ponernos bien claro que nunca seremos el segundo plato de nadie. Nos merecemos menos que eso.

1. EL PROBLEMA ERA MÍO, NO SUYO
Normalmente, cuando te pasa esto lo primero que piensas es que el problema es tuyo. Que algo está mal contigo. Te preguntas por qué nada de lo que haces es suficiente y qué podría haber hecho todo de una forma diferente para convertirte en la primera opción de ese hombre que te trae loca.

Lo cierto es que tienes que parar. Es muy agotador, te quema. No puedes permitirte cuestionarte tanto, si lo haces te estás convirtiendo en tu peor enemigo. El problema es él, que no sabe lo que quiere y tu sabes que mereces más, obra en consecuencia.

2. EL AMOR QUE MERECES
Si asumes que tú eres el problema, no te cuesta mucho terminar aceptando que esas migajas que recibes son las que te mereces. No hay nada más tóxico que eso, te has vuelto muy dependiente.


"Puedes utilizar los botones de abajo para ver más"