Eso sí, la ley no impide la venta de animales porque las tiendas podrán seguir haciéndolo siempre y cuando dichas mascotas hayan sido criados por ellos mismos.
Lo que no pueden hacer es comprar cachorros a estos criaderos y venderlos en sus tiendas como si fueran un juguete nuevo, quizá no es la mejor solución de todas pero al menos es un avance.
La ley está nombrada en honor a Lucy, una perrita que murió en 2016 tras pasar años en un criadero de Gales donde la obligaron a quedar preñada y parir muchas más camadas de las que debería haber tenido.
Desde entonces, su caso fue el símbolo de la lucha de ONGs y famosos británicos que lucharon para que la ley pudiera finalmente ser aprobada.
Algo que felizmente, lograron. Ojalá muchos otros países repliquen esta medida. Hace falta.
Fuente: Upsocl