A menudo, como personas; solemos desarrollar una serie de costumbres y actitudes para ciertas situaciones que de forma paralela nos pueden agotar mentalmente de una manera pasiva.
Los problemas subyacentes.
Esas preocupaciones latentes, que están allí, pero que no la tomas en cuenta de una manera activa; cosas como la estabilidad económica, la seguridad de tus niños, quizás problemas familiares, los estudios o tal vez el temor de lo que está por venir en tu día a día. Esto brinda un estado de estrés constante de la cual no estás plenamente consciente y te puede perjudicar física y mentalmente.
La presión social.
¿Has sentido la necesidad de adaptarte a alguna situación de la que no estabas del todo cómodo para poder simpatizar con tus iguales? Esa inseguridad de no encajar con tu grupo de amigos o con la sociedad puede agotarte mental y psicológicamente; debes tener en cuenta el amor propio y el orgullo.
¿Dedicas largas horas de tu día al trabajo?
Trabajar por largos periodos de tiempo, no solo puede agotarte físicamente, si no mentalmente; esto puede provocar que tu rendimiento en el trabajo sea mermado por el desgaste constante. Procura asegurar el tener un tiempo para ti mismo, descansar y relajarte.
Pero recuerda, el procrastinar tampoco es la solución.
Procrastinar por si alguien no lo sabe, significa el dejar las responsabilidades para después en pos de dedicar tu tiempo en otras tareas que nos son fútiles para el desarrollo personal o profesional. Jamás dejes tus responsabilidades de cualquier índole para último momento; ya que seguramente el constante recordatorio subconsciente de estas solo aumentara el estrés y las preocupaciones. La clave está en la organización del tiempo.