¿Qué te parece más fácil: abandonar o ser abandonado?
Normalmente la primera respuesta es que resulta más fácil abandonar que ser abandonado. Parece lógico, pero quizás no lo sea tanto.
Querer no siempre es poder
A veces las cosas se complican en demasía.
Hay circunstancias en las que es casi imposible dejar a la pareja y esto ocurre incluso aunque ya esté presente el amor por otra persona.
En estos casos, la culpa, el sentimiento de “deber algo” al otro o las deudas emocionales, ya sea reales o imaginarias, extienden una telaraña que impide dar ese paso y el dejar a la pareja se convierte en un problema, una especie de acertijo al que no se le encuentra una salida.
La circunstancia es muy difícil, porque aunque se reconozca que ya no existe el amor en la relación, simplemente no se puede terminar la relación por una serie de factores que no permiten tomar la decisión de terminar la relación.
Consecuencias
Este tipo de situaciones no conducen a nada positivo.
Normalmente, si no se asumen y se toman las medidas necesarias, es probable que se produzca una confusión que afecte a los involucrados en la relación e impida terminar la situación de una forma sana. Si esto permanece en el tiempo,
incidirá en el aspecto emocional e incluso físico.
Las causas
Si la situación no da para seguir, ¿por qué igualmente se continúa en la relación?
En realidad, hay una infinidad de factores que impiden dejar a la pareja.
-En la mayoría de los casos, la culpa es la principal razón por la cual las personas no dejar a su pareja, aunque estén enamoradas de otra persona.
Ese sentimiento nace debido a que no se quiere dañar a alguien que ha aportado elementos valiosos a nuestra vida. Se sabe que la ruptura lastimará emocionalmente a esa persona y no se quiere cargar con ese peso.
-Otro motivo frecuente es la duda. En estos casos, la incertidumbre lleva a sentir miedo por lo que pueda ocurrir en el futuro. “Más vale mal conocido, que bueno por conocer”, parece ser la consigna en estos casos y se prefiere seguir en una relación sin amor, a arriesgarse a quedarse sin nada.
-En otros casos, ocurre que se quiere delegar en el tercero en discordia la resolución del problema. Se espera que ese “otro” u “otra”, con quien ya se estableció un tipo de relación, sea quien presione, insistiendo e insistiendo, para que uno se anime a dejar a la pareja. Básicamente, se quiere trasladar la responsabilidad de la decisión a la otra persona.
Las consecuencias
Cuando la situación de indefinición se prolonga en el tiempo, lleva a situaciones muy poco claras y negativas.
Muchas veces, la persona boicotea a la relación con acciones inconscientes que en realidad, lastiman mucho más que una situación de corte explícito.
Por ejemplo, puede aparecer una situación de violencia psicológica. Se culpa a la actual pareja de no permitir estar con otra persona por la que ya hay un interés y entonces, se calificará como malo todo lo que haga o diga. Las críticas se transforman en algo frecuente y se mostrará una permanente actitud de fastidio.
En otros casos, la culpa, la indecisión o el miedo llevan a una telaraña de mentiras. Se le miente a la pareja y se le miente a la tercera persona. Esto cumple una doble función: no se abandona a la pareja de una forma abrupta, pero tampoco se pierde a la otra persona. En realidad, es una manera muy poco madura de posponer lo inevitable.
También pueden aparecer estrategias pasivo-agresivas, con actitudes poco claras como tomar distancia emocional o lanzar una serie de acusaciones veladas e indirectas a la pareja. La molestia está muy presente, pero esta no se expresa de una manera clara, ocultando el conflicto real.
Un caso típico de esto es dejar pistas comprometedoras. Como íntimamente se quiere que todo se sepa, simplemente se hace lo necesario para ser descubierto, dejando señales de la existencia de ese tercero y del interés que se tiene por él. Cuando la pareja encuentre esas pistas, será ella quien dé por terminada la relación.
Los efectos de no terminar a tiempo
Si una relación sin amor se prolonga, produce diferentes efectos, que normalmente son muy dolorosos para todos.
Si bien no hay nada claro, hay algo difuso que de alguna manera, la pareja actual percibe en el ambiente. Es como un “olor a ruptura” que invade la relación, pero sin nada firme que sustente las sospechas o las impresiones.
La incertidumbre gana a la pareja. No se está ni bien ni mal y por eso, no se toma ninguna decisión. Es como un barco que lentamente va a la deriva, originando un sufrimiento silencioso.
Esta situación y estos juegos psicológicos causan muchísimo daño, más aún que diciendo claramente lo que ocurre y lo que se desea realmente hacer.
Por su lado, el tercero también resulta muy afectado. No sabe si esperar que el otro resuelva la situación o cortar por loa sano y terminar. La inseguridad y la desconfianza pueden aparecer en ese momento, impidiendo también que la situación progrese hacia algo saludable y definido.
No dejar a la pareja a tiempo, no poner fin a una relación cuando ya no está presente el amor, es una muestra de egoísmo y falta de estima hacia el otro. Se evita un malestar propio, pero se le causa a los demás.
No se sale sin lesiones de una situación así. El miedo, la indecisión y la falta de compromiso con uno mismo y con el toro, finalmente causan mucho daño, no caigas en ello.