En serio, alejarse del conflicto permanente aumenta nuestra salud física y emocional. Algunas personas nos cansan y agotan, absorben energía y aniquilan nuestra capacidad de reacción.
Son verdaderos destructores de nuestra salud y paz interior, enferman nuestra capacidad emocional y distorsionan nuestra sensibilidad.
La verdad es que con el tiempo, no nos damos cuenta de muchas personas que creíamos conocer, y nos damos cuenta de que vivimos sujetos a sus demandas, su conversación, su comportamiento y especialmente sus emociones tóxicas.
Estas personas no saben cómo respetar y considerar a los demás, y gustan de usarlos como títeres de su mal carácter y objetivos para conflictos externos e internos. No viven y dejan vivir y, por lo tanto, obstaculizan el desarrollo personal y el crecimiento de quienes los rodean.
“Pueden hacerlo conscientemente o no, pero es evidente que nos ahogan y nos intoxican, haciéndonos sentir vulnerables, fácilmente enojados, o con ganas de huir y abandonar todo”.